Siempre resulta difícil el momento de la pérdida, tanto para el doliente como para quien acompaña en el dolor. Resulta muy frustrante soportar el DOLOR NORMAL, propio de la cicatrización de una persona que ha sufrido una pérdida y que transforma su vida, que pone sus proyectos en pausa por un tiempo, que percibe el mundo sumergido en una inmensa oscuridad y las luces del afuera solamente molestan su tránsito por el duelo.

Si queremos acompañar bien, tenemos que entender que el proceso de recuperación es muy personal, generalmente lleva tiempo (y se percibe como lento), y tiene altibajos normales, no queriendo significar que se fue hacia atrás, sino que así es la cicatrización sana de una pérdida significativa: pasitos de cangrejo.

El recurso más fuerte para poder estar presente en esa etapa de dolor es el respeto: respeto por el proceso, respeto por lo que el doliente pide, necesita, manifiesta (aunque no sea lo que imaginamos que necesitaríamos nosotros estando en su lugar, un lugar hipotético y por lo tanto irreal). Respeto por uno de los actos más sagrados y complejos que nos puede tocar afrontar alguna vez: dejar ir sin dejar de amar, al contrario, aprender a amar de una manera nueva en un momento en que no tenemos ganas de aprender nada de nada.

Respetar el duelo es no dejar solo al doliente, aunque no entendamos ni nos resulte fácil caminar a su lado en medio del dolor.

Nos gustaría compartir una película que es una celebración de la vida y del amor dentro de la muerte.

Realmente es una película interesante, asombrosa, con una perspectiva de la muerte basada en la cultura mexicana, que presenta al mundo de los muertos dividido entre entre LA TIERRA DE LOS RECORDADOS, donde viven todos los que fueron amados y que siguen siendo recordados y honrados por sus seres queridos, y la TIERRA DE LOS OLVIDADOS, donde residen los que han dañado a otros o no han dado amor mientras vivían.

Es realmente hermoso ver cómo esta historia nos acerca a un mundo de muertos felices y ayuda a los niños a entender cuestiones de valores, puntos muy profundos sobre la muerte y sobre una verdad emocional: nadie que fue amado pierde la vida, aunque esté muerto, ya que su vida perdura en quienes lo han tenido en el corazón.